No, no hay ironía por ningún lado. Esto es así. Yo venía aquí a decir que a mí la Red Velvet no me gusta. Pero antes de gritarlo orgullosa decidí darme una última oportunidad. Hacer una última Red Velvet y entonces elegir. Para estas cosas nunca debería haber término medio. Amor u odio.
Para los que no lo sepan, la Red Velvet es una tarta americana que es totalmente roja. El color rojo se consigue con colorante, pero naturalmente también es posible llegar a él por la reacción química que se produce entre el bicarbonato, el vinagre y el cacao.
La cosa es que a mí siempre me había parecido una tarta que ni fu ni fa porque yo necesito sentirle los sabores a las cosas. Si tenemos un bizcocho de limón quiero que sepa a limón, si el bizcocho es de vainilla quiero que sepa sólo a vainilla, y ni hablemos del de chocolate que para mí tiene que ser negro negrísimo y saber a chocolate hasta dejarte agotada. Pero la Red Velvet es una tarta que no sabe a nada en concreto. Lleva cacao pero muy poco, así que no es de chocolate. Lleva vainilla, pero el cacao la anula, como si no llevara.
Pues bien, esta tarde aprovechando que venía mi amigo Rafa a merendar preparé, escéptica, la que iba a ser mi última Red Velvet. Al sacarla del horno ya me mosquée por su olor ¡¡¡Es que no huele a nada!!! Sin embargo, cuando juntas este bizcocho insalubre con la crema de queso se produce el milagro. De pronto el Frosting de queso Philadelphia hace todo el trabajo y el bizcocho simplemente luce bonito. Pero tan bonito que lo justifica todo.
Os dejo la receta para que probéis y luego me digáis qué os parece. Yo hice la receta para un molde de 15 cm. Lo llené hasta 3/4 de su capacidad y luego la corté en medio cuando enfrió para rellenarla. Me sobró bastante masa y pude hacer unos 6 cupcakes. La receta de la crema de queso la tenéis en esta entrada.
Red Velvet:
Precalentamos el horno a 170º
260 gramos de harina (si usamos el preparado de Mercadona "Aragonesa" para Bizcochos no añadimos levadura ni bicarbonato)
125 gramos de mantequilla
280 gramos de azúcar
2 huevos L
2 cucharadas y media de cacao en polvo Valor
1 cucharadita de bicarbonato
1 cucharadita de levadura para repostería
1/4 de cucharadita de sal
240 ml de suero de leche (leche + vinagre)
1 cucharada de colorante rojo
1 tapón de esencia de vainilla
Primero vamos a hacer el suero de leche, cogemos 225 ml de leche y lo mezclamos con una cucharada de vinagre, dejamos reposar 15 minutos. Se cortará.
Mezclamos harina con levadura, bicarbonato y sal, reservamos.
Batimos la mantequilla con el azúcar con una batidora de varillas durante unos 3 minutos, añadimos los huevos uno a uno. Echamos el colorante y la esencia de vainilla, seguimos batiendo. Una vez esté todo integrado, vamos a intercalar el suero de leche con la harina en 3 veces. Empezamos con la harina, suero de leche, harina, suero de leche y terminamos con harina.
Enmantecamos y enharinamos un molde de unos 20 cm (el mío era de 15 y sobró). Lo llenamos sin superar nunca los 3/4 de su capacidad. Horneamos a 170º durante aproximadamente 45 minutos. No abrimos el horno nunca antes de este tiempo. Estará lista cuando al pincharla, el cuchillo salga limpio.
Hay bizcochos mucho más ricos que éste, pero pocos que peguen tan bien con la crema de queso. Y en la combinación está la clave. Yo aún no sé si la odio o la amo, lo que tengo muy claro es que ésta no ha sido la última.